Podría acostumbrarme a esto. A este amor sin prisa, a este amor cálido, sin peleas y con miles de caricias.
Podría acostumbrarme a tus besos en el cuello, a esos mordiscos entre risas y a tus 'no sé dónde has estado todo este tiempo'.
Podría acostumbrarme a tu cariño incondicional, a esas risas en conversaciones absurdas, a esos momentos de manta, película y guerra de palomitas frías mientras me dices que pare, que luego habrá que limpiar la casa.
Podría acostumbrarme a esos pijamas tuyos de abuelo en invierno y de piel en verano, a verte andar descalzo quejándote de lo frío que está el suelo.
Podría acostumbrarme a tu manera de correr por el pasillo y lanzarte al sofá, mirarme y sonreír.
Joder, desde luego que podría acostumbrarme a verte sonreír. De hecho, a esto último, ya me he acostumbrado.
Podría acostumbrarme a tu cara de resaca los domingos, a tu pelo totalmente despeinado por la mañana y a tu forma de soplar el café. Creo que no he visto a nadie más sexy soplando el café.
Podría acostumbrarme a tus excusas para pasar tiempo juntos, a tus besos sin motivo, a tu constante necesidad de tocarme como si necesitases saber que estoy aquí. Tranquilo, no pienso alejarme de ti.
Podría acostumbrarme a tu forma de bajarte los pantalones, a verte con mil capas en invierno y a tus juegos de críos, a esas noches en vela por hablar hasta saber todo de nosotros y a tus ojos buscando cualquier rastro de miedo en los míos. Tus ojos se ven realmente bonitos mirándome con preocupación.
Podría acostumbrarme a todo esto pero en el amor la costumbre no es una opción. O quieres o no.