martes, 20 de enero de 2015

Tu hogar.

Y, de repente, la vida te la juega.
Respira hondo, hazlo una y mil veces. Lo necesitarás, creeme. A penas sabes qué hacer, cómo hacerlo y mucho menos sabes el por qué pero rápidamente tienes que decidir como seguir tu vida. Eres tan joven que ni te habías planteado qué desayunar esa misma mañana, simplemente te dejabas llevar.
Anda mira, cereales. Pues un buen bol toca hoy.
Pero esta decisión podía cambiar tu vida. De hecho, lo haría.
Coge aire y piensa. Piensa bien. Manten la calma cuando lo único que quieres es llorar y salir corriendo de este puto infierno. Sé frío e inteligente, lo suficiente para no cagarla porque ahora no hay plan B, es o todo o nada y, por si fuera poco, también decides por alguien más.
Tu vida ha sido música, noche, alcohol, ligues... Y solo tú decides si quieres seguir así pero corre, no hay tiempo.
De verdad te crees capaz para cambiar?
Distante. Frío. Hielo. Decide. DECIDE.

Y lo haces, apuestas por los demás sin importarte tú mismo porque crees que ellos valen más que tu egoísmo. Y crees bien. Pero te olvidas. Te olvidas de ti, de ser feliz, de cuidarte y de llorar todo lo que no has podido llorar.
Y cuando tienes todo bien atado vuelves. Intentas recuperar la vida que dejaste a un lado por luchar por la vida de otros y te ves fuera de lugar. Fuera de lugar en tu vida. Pero siempre hay alguien que te mira, te sonríe y te dice entre risas un: Por fin estás de vuelta. Joder, que bien sienta. Y entonces ves que tu vida no esta en Madrid o Barcelona, simplemente, esta en esos ojos que te han echado de menos, en esos brazos que tanto ansiaban poder estrujarte y esa persona que, aunque haya pasado mucho tiempo, aún te quiera tanto como el primer día.

@_Bienvenido a tu hogar.

miércoles, 7 de enero de 2015

De prisas y sonrisas.

Hoy es el mejor día para echar la vista atrás y ver todo lo que te he querido, y te quiero. Aunque todos los días son buenos para pensar en ti.
Es el mejor día para pensar en como te apoyaba cada vez que me hablabas de otra, cada vez que sonriendo me decías el nombre de una mujer, que no era yo, y continuabas con un :"es que es tan genial saber que alguien te hace así de feliz...". Pero no sabes que yo ya conocía lo bonito que era antes de todas ellas. Lo bonito que era que tú me hicieses feliz. Sin motivos ni ganas de buscarlos porque todo era así de sencillo contigo.
Y qué bonito era oírte hablar de mí. Quizás eso era lo que más me gustaba. Adoraba oírte decir eso de: "Joder, es que eres tan grande" aunque nunca acabases con ese 'y tan grande como mi amor por ti', porque eso esperaba oír, siempre. Siempre.
Pero, sin duda, lo mejor de nosotros eran tus inseguridades. Entonces aparecía yo, dispuesta a hacerte sonreír, y te describía tal y como te veía, con miedo siempre a que descubrieses más de lo que yo decía, añadiendo un chascarrillo final 'eh, feo'.
Y así acabamos: tú sonriendo, yo mirando tu sonrisa.
Y así estuvimos: tú feliz, yo perdida.

#_Hay veces que el amor se mide en los 'no soy suficiente', en querer, por todos los medios, tener a esa persona. Pero duele, como el frío invierno.