Y, de repente, la vida te la juega.
Respira hondo, hazlo una y mil veces. Lo necesitarás, creeme. A penas sabes qué hacer, cómo hacerlo y mucho menos sabes el por qué pero rápidamente tienes que decidir como seguir tu vida. Eres tan joven que ni te habías planteado qué desayunar esa misma mañana, simplemente te dejabas llevar.
Anda mira, cereales. Pues un buen bol toca hoy.
Pero esta decisión podía cambiar tu vida. De hecho, lo haría.
Coge aire y piensa. Piensa bien. Manten la calma cuando lo único que quieres es llorar y salir corriendo de este puto infierno. Sé frío e inteligente, lo suficiente para no cagarla porque ahora no hay plan B, es o todo o nada y, por si fuera poco, también decides por alguien más.
Tu vida ha sido música, noche, alcohol, ligues... Y solo tú decides si quieres seguir así pero corre, no hay tiempo.
De verdad te crees capaz para cambiar?
Distante. Frío. Hielo. Decide. DECIDE.
Y lo haces, apuestas por los demás sin importarte tú mismo porque crees que ellos valen más que tu egoísmo. Y crees bien. Pero te olvidas. Te olvidas de ti, de ser feliz, de cuidarte y de llorar todo lo que no has podido llorar.
Y cuando tienes todo bien atado vuelves. Intentas recuperar la vida que dejaste a un lado por luchar por la vida de otros y te ves fuera de lugar. Fuera de lugar en tu vida. Pero siempre hay alguien que te mira, te sonríe y te dice entre risas un: Por fin estás de vuelta. Joder, que bien sienta. Y entonces ves que tu vida no esta en Madrid o Barcelona, simplemente, esta en esos ojos que te han echado de menos, en esos brazos que tanto ansiaban poder estrujarte y esa persona que, aunque haya pasado mucho tiempo, aún te quiera tanto como el primer día.
@_Bienvenido a tu hogar.