jueves, 9 de abril de 2015

Jamás te darías cuenta.

"-¿Recuerdas el día en que nos conocimos?
-Como si fuese ayer.
-Lo primero que pensé de ti fue: qué rota parece."
Rota. Rota. Si sonriendo y soltando tonterías te parecía que estaba rota, no te desearía una noche en mi habitación, con poca luz y mucha música.
"-Menos mal que las cosas han cambiado -siguió."
, han cambiado. A peor. Cada día me conoces menos. A penas te molestas en preguntarme cómo estoy y, lo que creo que es peor, a penas te importa cómo estoy.
"-Sí, menos mal -solté, como cada mentira que quería creerse.
-Pero, ya no sales tanto como antes, eso no me gusta. Hazme un hueco en tus findes, ¿no?"
Vamos, mis findes ya no te gustarían. He cambiado esas noches de alcohol y música en altas concentraciones por una buena película y una caja de pañuelos pero claro, jamás te darías cuenta.
"-Bueno, ya no salgo como antes -contesté.
-Pues a ver si lo haces, que se te echa de menos en los quintos."
Y a mi me encantaría poder echarte de menos como buen amigo al que llamar cuando todo falla, cuando todos fallan, pero no puedo echar de menos algo que jamás fue.
"-Espero verte pronto -dijo convencido en que todo volviese a ser como antes.
-Claro, avisadme para la próxima. Espero que sigas tan feliz siempre."
Finalicé como si realmente creyese que le importaba lo suficiente como para querer que saliese de esta. Pero, ¿qué digo? Ni siquiera sabía que yo estaba metida en ninguna mierda. Solo esperaba que volviese esa chica que conoció. La alegre, loca, dispuesta, preocupada y, sobretodo, decidida a hacerle feliz, aunque por dentro estuviese hundida.